Internet de las Cosas vs. Internet de los Servicios

Actualmente hay cerca de 10.000 millones de objetos cotidianos conectados a Internet y se prevé que de cara a 2020 haya más de 50.000 millones. Esto supone una media de 7 dispositivos conectados por persona en todo el mundo. El Internet de los Servicios va a jugar un papel muy destacado en una gestión eficiente de los ingentes volúmenes de información asociados a estos dispositivos.
Se trata de una evolución del ya conocido Internet of Things (IoT) que se basa en el M2M, la comunicación de máquina a máquina —intercambio de información y comunicación entre dos máquinas. A lo largo de los últimos 10 años, los consumidores han ido modificando sus preferencias y buscando servicios y productos que aprendieran a tomar algunas decisiones por sí solos. El usuario quiere disponer del mayor número de alternativas posible, pero a menudo es incapaz de gestionar los volúmenes de información a su alcance.
A diferencia de Internet de las Cosas, el Internet de los Servicios otorga un mayor valor a los procesos colectivos. Está pensado para integrarse en la vida cotidiana de los usuarios de manera directa y rápida automatizando determinados procedimientos. El usuario ya no quiere servicios que tenga que instalar o programar constantemente, sino que espera que sean los propios dispositivos los que aprendan sus hábitos de comportamiento y consumo para configurarse automáticamente y adelantarse a sus necesidades.

A causa del imparable incremento de los dispositivos conectados, la comunicación one-to-one ha dejado de ser práctica. Hasta hace muy poco, el usuario estaba acostumbrado a controlar cada función con su aplicación específica. La multiplicación de funciones conectadas hace necesario un nuevo modelo de control de dispositivos más integrado y práctico como el que ofrece el Internet de los Servicios.
El Internet de los Servicios es una evolución muy lógica en el campo del Internet of Things, generada por la multiplicación exponencial de dispositivos y funciones conectadas a la red. El valor añadido del Internet de los Servicios no es tanto en la cantidad de dispositivos conectados, sino en los servicios que obtenemos gracias a una gestión eficiente de los dispositivos y en la capacidad de éstos para integrarse en nuestra vida cotidiana.