
El rendimiento de los nanorobots basados en ADN como herramienta para combatir el cáncer muestra lo avanzado que está el campo de la nanomedicina. A la luz de los resultados obtenidos, publicados en el último número de Nature Biotechnology, los investigadores responsables buscan en la actualidad colaboradores clínicos con los que poder hacer avanzar la tecnología.
Los prometedores resultados de los nanorobots de ADN podrían inspirar el diseño de nuevos tratamientos contra el cáncer utilizando diferentes moléculas modificadas para mediar la administración de los agentes terapéuticos. La combinación de distintos nanorobots de diseño que transporten agentes variados podría ayudar a erradicar los tumores sólidos y las metástasis derivadas. E incluso, señalan los investigadores, la estrategia podría ser modificada como una plataforma de administración de tratamientos para otras enfermedades.
Resultados prometedores en modelos animales
El tratamiento con nanorobots no mostró signos de toxicidad en los animales tratados. Además, el equipo comprobó que 24 horas tras la inyección la concentración de nanorobots en el organismo había disminuido, lo que significaba que las nanopartículas podían ser degradadas o eliminadas por el organismo de forma natural. Otro dato a su favor fue que no se detectaron nanorobots en el cerebro, lo que podría ocasionar efectos inesperados. La seguridad de los nanorobots también fue confirmada en cerdos Bama, que muestran mayor similitud a los humanos que los ratones en cuanto a anatomía y fisiología.

Además, para evaluar su eficacia frente a tumores en situación in vivo, los investigadores trataron diversos modelos animales de cáncer con los nanorobots de ADN. En tan solo 24 horas tras el tratamiento, el equipo observó la producción de trombosis en los vasos sanguíneos tumorales y en tres días, todos los vasos sanguíneos de los tumores analizados habían sido bloqueados.
Para llevar a cabo un asedio a nivel microscópico los investigadores necesitaban diseñar nanopartículas que cumplieran dos características principales. En primer lugar, debían reconocer los vasos sanguíneos que nutren al tumor y diferenciar sus células de las células normales. En segundo lugar, las nanopartículas tenían que ser capaces de liberar un agente coagulante una vez en su destino. Los nanorobots basados en ADN que han desarrollado los investigadores reúnen ambas condiciones.

El ADN está compuesto por unidades que permiten crear formas diversas con capacidad para plegarse. La creación de estas formas nanoscópicas es denominada origami de ADN por los investigadores. Y sus propiedades pueden ser aprovechadas para diseñar estructuras con agentes terapéuticos en su interior que se despliegan y liberan estos agentes cuando llegan a su diana.
En este caso, el equipo desarrolló un tipo de nanorobot constituido por una hoja rectangular de ADN de 90 nanómetros por 60 nanómetros que en su superficie tenía unidas cuatro moléculas de trombina, una enzima coagulante. Esta lámina de ADN, además, presentaba la característica de poder plegarse de forma autónoma en un tubo, de manera que las moléculas de trombina quedaran en su interior.
Para asegurar que los nanorobots ejercieran su función únicamente en los tumores, los investigadores añadieron a la lámina de ADN unas moléculas denominadas aptámeros de ADN. Estas moléculas reconocen a la proteína nucleolina que es producida en grandes cantidades por las células endoteliales de los tumores. Además, el reconocimiento entre los aptámeros de ADN y la nucleolina sirve como interruptor de activación para los nanorobots.
Así, el mecanismo es el siguiente: en primer lugar los investigadores inyectan nanorobots de ADN cargados con trombina en el torrente sanguíneo de animales modelo para el cáncer; al llegar los vasos sanguíneos que nutren al tumor, los nanorobots detectan la presencia de la nucleolina gracias a los aptámeros de ADN y se activan, pasando de la forma cilíndrica a la forma desplegada que deja expuestas las moléculas de trombina; finalmente, la trombina inicia un proceso de coagulación que termina bloqueando el flujo de sangre hacia el tumor.