
En el mundo empresarial los ciberataques son cada vez más frecuentes, el proceso de digitalización a la que la mayoría de las organizaciones están sometidas, conlleva exponerse a nuevos riesgos. La gestión de identidades digitalizadas puede ser una herramienta que disminuya el riesgo a un ataque de esta naturaleza.
Métodos como la identificación de la huella dactilar, los sistemas de reconocimiento facial, etc, combinada con softwares específicos, ayudan a las empresas a reforzar su seguridad. Según los datos de la multinacional IDC, se prevé que este año la inversión en tecnología biométrica aumente hasta un 25% alcanzando los 5.400 millones de dólares.
El objetivo de los sistemas biométricos no es sustituir a los procesos actuales de autenticación: ni las tarjetas, ni las llaves, ni los passwords. El objetivo por el que actualmente la mayoría de los investigadores que trabajan en estas tecnologías es el de mejorar en algún aspecto los procesos actuales de autenticación, complementándolos en algunos casos, sustituyendo ciertos procesos en otros, o incorporando nuevos procesos que hasta ahora no eran posibles.
En concreto, los sistemas biométricos basados en la lectura de las huellas dactilares forman determinados patrones de la misma, también conocidos como minuncias, las cuales son puntos donde los bordes de las huellas terminan o se dividen. Ésta tecnología, sumada al desarrollo de dispositivos, permite gestionar tareas tales como el control de acceso del personal de la empresa, el control horario, el correcto cumplimiento de la Ley en la gestión de horas extras, etc.
Todos coincidimos en que utensilios como las llaves o las tarjetas de crédito acabarán por desaparecer de nuestro día a día en sustitución de la huella digital, la lectura de reconocimiento facial o de iris. De este modo, decimos adiós a los clásicos ‘usuario’ y ‘contraseña’. Según un estudio realizado por Mastercard y la Universidad de Oxford, el 93% de los consumidores cree que acabará usando la biometría en sus operaciones de pago sin contacto, un método que considera seguro en el 77% de los casos si se habla de tecnología de reconocimiento facial, y en el 93% cuando la identificación se realiza por la huella dactilar.
El entorno bancario es uno de los que más se pueden beneficiar de los avances recientes en sistemas biométricos, ya que mucha de su operativa depende de la autenticación fiable y la gestión de identidades de sus clientes. La biometría podría reducir enormemente ciertos costes, como el del uso y registro de información en papel, o la prevención y control de multitud de fraudes. En concreto, los sistemas biométricos permiten modelar la identidad de un cliente tanto en registros puntuales (una firma manuscrita), como de forma continua a medio y largo plazo (por ejemplo con dinámica de tecleo o movimientos del ratón y puntero).
La detección de comportamientos anómalos frente a estos modelos es una buena forma de filtrar posibles fraudes. La tecnología actual permite ya en la actualidad una relación remota completa con el cliente haciendo uso de rasgos biométricos como el facial y el vocal para el seguimiento continuo del usuario, o la firma manuscrita sobre terminal táctil para la autenticación con validez legal.
La mayoría de los desarrollos actuales a gran escala de sistemas biométricos son muy conscientes de la importancia de la protección de la privacidad, especialmente en Europa, en donde la legislación sobre protección de datos personales es clara y estricta.
Muchos de estos sistemas biométricos, de hecho, no almacenan para el registro de usuarios (en la plantilla biométrica) la información en claro del individuo, sino versiones encriptadas o con información muy limitada, que en los desarrollos más novedosos ni siquiera se desencriptan para ser comparadas con otras plantillas biométricas.