
Cada día estamos más cerca de los androides de las películas. ¡Los robots ya son una realidad! Es un hecho. Poco a poco abandonan los laboratorios para adentrarse en hospitales, aeropuertos, residencias de ancianos, incluso en nuestros hogares. No es para espantarse porque aunque ahora están aprendiendo a ser más sociales, sus capacidades siguen siendo aún limitadas.
Robótica social
La robótica social pretende introducir a los robots en entornos donde estén en contacto cercano con las personas. Intenta que los robots sean capaces de realizar tareas que requieren interacción con las personas, como por ejemplo, de recepcionista en hospitales, guía en aeropuertos, cuidador en residencias y asistente personal en nuestros hogares.
A fin de que el público en general se sienta cómodo en compañía de los robots, estos, además de tener un aspecto exterior agradable, tienen que mostrar un comportamiento que no intimide, sino que invite a interactuar con ellos.
Un tipo de robot muy utilizado en robótica social es el de tipo humanoide, ya que las personas tendemos a sentirnos atraídos de manera más fuerte hacia aquello que se nos parece. Uno de estos robots es Pepper, creado por Softbank.
La importancia del lenguaje corporal
La verbal es la forma de comunicación más natural que usamos para interactuar socialmente, pero la comunicación verbal y no verbal van de la mano. Por naturaleza, el ser humano tiene una capacidad de comunicar constante porque incluso cuando no habla, transmite algo al receptor (consciente o inconscientemente) mediante su postura, su expresión facial, sus gestos, etc. En definitiva, mediante el cuerpo.
El lenguaje corporal es clave en la comunicación social. Nos sirve para acompañar el habla. Moviendo los brazos, el cuerpo y la cabeza pretendemos añadir información al interlocutor acentuando la expresión de lo hablado. De la misma forma recibimos también información del receptor.
En el campo de la robótica social es fundamental que los robots sean capaces de generar confianza, de tal manera que las personas se sientan cómodas interactuando con ellos. Para tal fin es fundamental que sus movimientos sean naturales, similares a los de las personas.
Queremos que un robot sea capaz de acompañar lo que dice con movimientos de su cuerpo. Si es un robot humanoide, tendrá como mínimo una parte que se asemeje a una cara y probablemente brazos y piernas que deberán moverse de acuerdo al texto pronunciado. Por lo tanto, necesitamos un mecanismo que genere movimientos.
Una manera sencilla de plantear el problema es crear una colección de movimientos predeterminados (limitado) e ir reproduciéndolos según el robot habla (reproduce un audio). Podemos tener un conjunto de movimientos rítmicos (en inglés conocidos como beats) que no tienen significado, que simplemente sirven para acompañar el discurso y elegir una secuencia al azar entre ellos.
Continuando con los movimientos predeterminados, otro posible planteamiento es asociar una probabilidad a que a un movimiento determinado le siga otro en concreto. Esto podría generar una secuencia más natural.
¿Pero les parecería natural ver a un robot realizando una y otra vez los mismos movimientos? Si la interacción con el robot no dura más de cinco minutos quizá sí, pero si pretendemos hablar largo y tendido con él, puede que su comportamiento nos resulte un tanto repetitivo y, por lo tanto, no muy natural.
En la actualidad, se pretende que el robot aprenda a generar movimientos observando directamente los movimientos que realiza un interlocutor, haciendo uso de sensores tanto externos como propios del robot.
Tecnovedosos, https://tecnovedosos.com/robots-mas-humanos/, 2019